Víctor González

Cineasta, Director de fotografía, Productor
Estudié en el Centro Experimental y de Realización Cinematográfica del INC. Director: Guachoabel, Ciudad de Dios, El cielo elegido. Cámara: Lo que vendrá, Gombrowicz o La seducción; Director de fotografía: Picado fino, Invierno mala vida, Herencia, Parapalos, El amigo alemán, Un crimen argentino.

No puedo afirmar que esta corta lista sea de las mejores películas nacionales, sí que todas ellas me atraparon, me dieron cierta felicidad cuando las vi.

Kilómetro 111 (1938): Por el deambular tan cómico del jefe de estación del pueblo y esa secuencia encantadora de los estudiantes de actuación en la capital recitando: ¡alegría, dolor!

Dios se lo pague (1948): Por la escena del casamiento, extraordinario final que me hizo pensar que Amadori se convirtió por un rato en un Buñuel inconsciente.

Los inundados (1961): Por la sonrisa estoica y despreocupada del inundado, que toma mate y vive y viaja con su familia sobre un vagón de carga por la provincia, en una metáfora intrigante y poderosa.

El dependiente (1968): La más concentrada de las películas de Favio, una película de cámara, un intenso estudio sobre seres encerrados en un caserón, a su vez encerrado en un pequeño pueblo del interior. Por eso el plano secuencia final es tan logrado, en su movimiento y en su fuga.

Invasión (1969): Por el clima que generaban esas conversaciones crípticas, herméticas, de hombres vestidos de traje y corbata en un mundo misterioso, seco, filmado en un blanco y negro tan grisáceo.

Los hijos de Fierro (1972): Por la escena de los jóvenes que marchan ondeando banderas argentinas, por la despedida de los cuatro jinetes, por el tiroteo entre enormes caños de un blanco y negro alquitranado.

La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro (1977): La vi en 16 mm en una proyección casera y recuerdo maravillado la procesión de la muchedumbre vestida en ropa de colores con el fondo de los cerros blancos. Una película cuyo significado se me escapa pero aun así me atrapó.

Picado fino (1996): Por el encuentro casual de la pareja protagonista, a quienes separa una pared; ella intuye que su novio la engaña, ambos se tocan, ambos sufren pared de por medio. Una escena que me parece única y de gran belleza.

Garage Olimpo (1999): El montaje de estos planos: una celda infame y apenas iluminada con una prisionera y su carcelero, quien la invita a salir; corte a una enorme pila de zapatos de mujer; corte a la pareja caminando por Constitución, ella camina incómoda, lleva sandalias que evidentemente no son suyas. El resultado es tan extraordinario que logra narrar el horror de la represión de manera tan simple y directa.

Tiempo de valientes (2005): Me la recomendó un amigo y la vi en un vuelo trasatlántico en una pantalla de TV mínima. Tal vez sea confesar un placer culposo pero la disfruté bastante.