Algunas consideraciones generales. Esta lista preferiría no ordenarse de forma jerárquica. Lo hace para no dificultar la tarea de quienes amorosamente trabajan en armar una lista general y producto de la suma de muchas miradas. Estas son las películas que a mi me cambiaron la forma de ver, pensar y hacer Cine, que me estimulan o fueron claves en un devenir histórico de la cinematografía regional. Dicha cinematografía siempre estuvo en diálogo con el Cine lationamericano e internacional, basta con pensar en el llamado Nuevo Cine latinoamericano en los 60’s tercer cine con figuras como el grupo Ukamau, Glauber Rocha y el cinema novo, Pereira Dos Santos, Patricio Guzmán, Santiago Álvarez, Sara Gomez, entre muches otres. 1- Los traidores (1973), Grupo Cine de la Base, Raymundo Gleyzer: La apuesta y el riesgo de filmar, editar y distribuir esta película por parte del Grupo Cine de la base es meritoria de ser considerada en una lista. Realizada en contextos de clandestinidad, en fábricas nocturnas, con cintas expropiadas, en proyecciones autogestionadas, en unidades móviles y de forma colectiva. Una película sobre uno de los grandes problemas que perduran al día de hoy, la burocracia sindical y su rol estructural de congelar los avances de lxs de abajo. Una ficción hecha por documentalistas, que se arriesga también formalmente, y también puesta en relación a su contenido para dialogar con les espectadores laburantes de base a quienes está dirigida la película. Pero en la que al mismo tiempo no subestima al espectador. Prueba de esto es la escena del sueño, una forma de ridiculizar al enemigo, a tomar elementos de la sátira y el surrealismo en favor de la idea base. Una película que es híbrida en su tratamiento documental y su forma de dialogar con la realidad, así como las escenas finales en las que esto se pone de manifiesto. Podemos mencionar como un área poco tocada de la película, como son las escenas que dedica a la doble opresión de las mujeres laburantes. La escena de la revisación médica, así como la del aborto de parte de Barrera. Resaltar el trabajo de Los Traidores es también una forma de reivindicar el trabajo del grupo Cine de la base en su conjunto, conformado por Juana Sapire, Alvaro Melián, Nerio Barberis, Alberto Vales y Jorge Santa Marina entre otros. De la misma forma recordamos y hacemos presente a Raymundo, uno de los cineastas desaparecidos por la última dictadura militar junto a Pablo Szir y Enrique Juárez. 2- La hora de los hornos (1968), Grupo Cine Liberación, Solanas, Gettino: Esta película es también un antes y un después en el cine militante y en el documental en general. Su forma de producción y distribución clandestina es de los hitos más grandes de la región. La manera de pensarla en tres módulos capaces de ser proyectados depende el público al cual fuera proyectada es de las primeras en su especie, llevando la idea del Cine-acto a la práctica de una forma radical. La película como posibilitadora de la acción. propagandizaban en su manifiesto “Hacia un tercer cine”. La primera parte está dirigida para les intelectuales, con un montaje furioso y estimulante, mientras que la segunda fue pensada para les laburantes, así como la tercera parte fue hecha con el fin de pensar en el camino de la lucha armada. Pensar y filmar a la par: “La cámara es la inagotable expropiadora de imágenes-municiones, el proyector es un arma capaz de disparar 24 fotogramas por segundo. Cada miembro debe estar capacitado para sustituir a otro en cualquiera de las fases de la realización”. 3- Que vivan los crotos (1990), Ana Poliak: En un día de paro de la línea 60 de colectivos, mientras estábamos filmando “ La 60, crónicas de una lucha obrera”, Santiago Menconi, escritor y trabajador de la línea, me recomendó que vea esta película. Es de esas películas que a unx le dan ganas de salir a filmar, al encuentro con les otres, y maravillarse con las sensibilidades y las dulces resistencias. La película sigue a distintos anarcos trashumantes como Bepo Ghezzi, Oscar Mendy, Pedro Moisas y Juan Vitali. En sus planos calmos y cercanos, se percibe una reivindicación del ocio como fundamental en la vida, la política de lo errático, la empatía, la calma, el amor al silencio, a incomodar, a rebelarse y a luchar por nuestro tiempo. 4- La Ciénaga (2001), Lucrecia Martel: Recuerdo la primera vez que la vi quedé en shock. De cara. Tuve que verla unas tres o cuatro veces más. Me había obsesionado con la propuesta sonora como fundamental en la narración, en los tiempos y la forma de ver-escuchar que propone. La construcción de climas, de contradicciones, de calmas tensas y de violencias. Las voces de la región, el retrato de una burguesía decadente y racista contada de una forma que es un deleite a la expresión y a la contemplación. Esta película me marcó en que es posible tocar temas profundos con una sensibilidad intacta y con formas sutiles. 5- Lluvia de jaulas (2019), Cesar González: Un autor desprejuiciado, joven y contemporáneo, que conoce las realidades de las villas y los barrios, y construye una forma de pensar y filmar desde la pregunta, la poética y la cercanía. La cárcel, el barrio, el futuro de los pibes, la imaginación, el juego. El charco de agua en la lluvia. Filmar con un amigo, con poco presupuesto pero con ideas muy claras. “Donde la belleza coquetea con la violencia. El reino de los niños insubordinados y veteranos del plomo. Un jardín de flores amputadas, que con muletas a cuestas, igual crecen y bailan”. 7- Operación Masacre (1973), Jorge Cedrón: Esta película merece ser recordada por varios aspectos. En primer lugar se trata de uno de los grandes hitos de la No ficción, basada en la genial obra de Rodolfo Walsh de 1957. Cedrón es uno de los 4 asesinados por la dictadura. La película se propone hacer una explicación de los fusilamientos de 1956 a partir de uno de sus sobrevivientes. La película es contada por Troxler, actor social dentro de una ficción. Así como en Los Traidores, la ficción es utilizada como un vehículo para el cine militante. Esto es una constante de la época: el tratamiento de la realidad está más allá de su forma, sino que el carácter de urgencia y el compromiso con lo real es lo que determina su carácter documental. 6- Juguetes (1978), Maria Luisa Bemberg: Un cortometraje que reflexiona sobre las construcciones sexogenéricas en la infancia. Con habilidad y pocos elementos pone en evidencia la ideología detrás de los juguetes. La asociación de lo doméstico para las nenas y lo público y creativo a los varones. Un corto que sigue vigente, en un contexto en el que siguen abiertas las disputas por la Educación Sexual Integral y por infancias libres. 8- Juan, como si nada hubiera sucedido (1987), de Carlos Echeverría: La película tiene el valor de ser una apuesta, de meter ruido en una época en la que desde el Estado y los intelectuales se llamaba a la teoría de los dos demonios, como la nefasta La historia oficial, de Luis Puenzo, al momento el actual director del INCAA y responsable de la crisis de acceso al fomento del cine independiente. Por el contrario, Echeverría se la juega y establece una investigación intempestiva, que busca intervenir sobre la realidad, profundizar en el esclarecimiento de una memoria que no estaba encontrando. Hacer las películas que a él le gustaría ver, para que cambien en algo las cosas. Ese tipo de Cine tiene un gran valor para mi. 9- Caperucita roja (2019), Tatiana Mazú: Tatiana realizó artesanalmente esta película junto al colectivo Antes muerto Cine durante un largo tiempo. Su trabajo consiste en tejer un hilo desde la historia personal y familiar hasta la colectiva, entre la generación de su abuela Juliana, escapando de la violencia familiar y del clima opresivo del franquismo y hacerlo dialogar en la Argentina post Ni una menos. El diálogo, el debate y la coexistencia de distintas formas posibles de mirar el mundo, de compartir y a la vez de diferenciarse. La forma de articular una memoria histórica entre la relación de género y clase es de un gran nivel, así como el trabajo de la puesta en escena, el diseño sonoro y el montaje son de una gran potencia lúdica. 10- Cuatreros (2017), Albertina Carri: Esta película para mi representa un salto cualitativo en el Cine de Carri en relación a cierta madurez política. Por otro lado, valoro la cualidad de una obra que fue puesta en distintos formatos, tanto la versión cinematográfica como una versión instalativa en múltiples pantallas. El resultado de investigaciones, cruces y activaciones de la memoria histórica y el archivo.