Pedro Squillaci

Docente, Músico, Periodista
Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), periodista de espectáculos, escritor, músico y docente de periodismo. Desde 1993 es periodista del Diario La Capital de Rosario y actualmente es jefe y editor de la sección Espectáculos. También es crítico de cine y publica semanalmente en el diario las críticas de los estrenos de la cartelera local. Como músico se desempeñó como baterista en distintas agrupaciones desde los años 80 y fue invitado a shows de Adrián Abonizio, de Ethel Koffman junto a la Banda del Puerto, en los comienzos de la Trova Rosarina, y en 1979 integró Neolalia, una de las primeras formaciones lideradas por Fito Páez.

1-La tregua, porque cada vez que la veo en la tele, que generalmente la agarro empezada, no puedo dejar de verla hasta el final. Es disruptiva para la época, nunca una película había mostrado una interna familiar tan real como esa, donde entran desde las distintas elecciones sexuales hasta la aceptación del paso del tiempo. El elenco es insuperable.

2-El secreto de sus ojos, porque puso al cine argentino en el plano internacional por segunda vez en la historia. Porque cinematográficamente es redondita, está filmada con sutilezas y describe como pocas las luces y sombras del gen argentino.

3-La película del rey. Otra maravilla que me gusta verla cada vez que puedo. Sorín en su plenitud y Julio Chávez en su primer protagónico, cuando nadie imaginaba que sería el monstruo de intérprete que ya es. Habla del cine dentro del cine, de cómo es filmar en la Argentina, pero por sobre todo, muestra que los sueños y los proyectos artísticos hay que llevarlos adelante, cueste lo que cueste.

4-La Patagonia rebelde. Es un pantallazo del destrato obrero en la historia argentina, que aún hoy, con algunas diferencias menores, sigue vigente. La mirada del final, con el primer plano en los ojos de Alterio, después de que le cantan “porque es un buen compañero” en un idioma que no es el suyo, es una de las imágenes icónicas del cine argentino.

5-Zama. Porque mostró a Lucrecia Martel en estado de gracia. Cada toma es cien por ciento cine. Y por la metáfora del hombre que espera lo que nunca llegará. La frase “Hice lo que nadie hizo por mí, le dije no a sus esperanzas” es demoledora. Y la pulsión de vida de ese funcionario desclasado, que sigue dando todo por ver a su familia, emociona.

6-La historia oficial. Sin ser la primera película que habló sobre la dictadura, no hay duda que fue la primera en hacer que el tema de los hijos de desaparecidos secuestrados por los militares se pueda visibilizar a nivel masivo. Alterio y Aleandro dieron clases de actuación y encima levantaron un Oscar.

7-Juan Moreira. Leonardo Favio vuelve a dar cátedra como cineasta y acá lo toma como protagonista a un actor como Rodolfo Bebán, que hasta acá era un carilindo de telenovelas, y lo convierte en un héroe rebelde que da la vida por sus ideales.

8-Tiempo de revancha. Porque el mensaje que lleva la película de Aristarain es ejemplar: no todo tiene un precio. Luppi se luce sin hablar en casi toda la película y Julio de Grazia es el arquetipo del abogado que piensa justamente que todo se resuelve con plata. El final, con corte de lengua, criticado en su momento porque visualmente no fue lo suficientemente logrado, es un cierre inmejorable.

9-Nueves reinas. Es la película que llegó como pidiendo permiso y se impuso en el boca a boca por la trama, las actuaciones y una resolución impensada. Además fue el film bisagra en la historia de Ricardo Darín, que a partir de aquí tomó un posicionamiento internacional. Y pinta tan bien el ADN del chanta argentino que su versión norteamericana fue un rotundo fracaso.

10-Esperando la carroza. Porque fue la película que primero eligió la gente y después los críticos. Es la más popular del cine argentino y tiene una galería de frases que están talladas a fuego en el imaginario colectivo nacional. Costumbrista, divertida, bien actuada y con personajes icónicos que pintaban las virtudes y miserias de un modelo de familia que ya no existe, pero que en esos años 80 parecía indestructible.