Melina Terribili

Cineasta, Directora de fotografía, Guionista
Nació en Buenos Aires, hija de artistas plásticos. Se vinculó con la pintura y la fotografía desde la infancia. Es directora, guionista y directora de fotografía en Cine documental. Actualmente finaliza su película Recuerda, que participa de las Residencias Walden de Marta Andreu y en Ventana Sur 2020. Su última película Ausencia de mí (2019) tiene su estreno mundial en Competencia Internacional en IDFA, obtiene el Premio Cóndor de Plata 2020 a la Mejor Película Documental y gana diversos premios en Festivales y mercados de desarrollo. Para Canal Encuentro dirige diversos trabajos como directora. Fue docente y asesora de per-tesis documentales en la EICTV, imparte talleres y seminarios particulares y asesora proyectos documentales. Como Directora de Fotografía trabajó en numerosas películas argentinas premiadas internacionalmente y obtuvo el premio a la mejor Fotografía por Actriz en Palma de Mallorca. Su película anterior, Un día gris, un día azul, igual al mar, co-dirigida con Luciana Terribili, gana el premio DocBarcelona en DocMontevideo y se estrena en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Todas son películas que de diferentes formas me motivan a seguir haciendo cine y enriquecen la mirada y el lenguaje de quien las mira, quedan en la memoria, se resignifican con el tiempo. Algunas por su abordaje original, su fuerte componente ideológico y político, y el momento histórico en que fueron hechas, como Juan, como si nada hubiese sucedido y Los traidores de Raymundo Gleyzer; otras, como Marquetalia de Laura Linares, por su audacia, su falta de condescendencia con lo políticamente correcto que se espera de este tipo de películas, su originalidad formal y su claridad política; Silvia, de Silvia de Esteve, por su brillante trabajo de montaje; Las cercanas, de María Álvarez, por el abordaje humano y fascinante de sus personajes, la profundidad de lo que narra detrás de la simpleza que registra la cámara; La mujer sin cabeza, por la marca indescriptible de Lucrecia Martel para narrar lo que no está dicho en palabras a partir de una construcción cinematográfica cargada de tensión y ambivalencia. En esta misma línea, Julia y el zorro, que además encuentra una forma profunda y original de narrar el duelo; Río Turbio por su propuesta formal, estética y cinematográfica de una historia social, personal y política que interpela en el presente el patriarcado dominante en un oficio tan antiguo como doloroso, como el de los mineros. Las aguas bajan turbias, porque es una obra maestra del cine argentino que narra una realidad social como es la de los trabajadores explotados en las cosechas, y la posibilidad de rebelarse ante la injusticia. Y Aniceto, por el deseo y la capacidad del director de reversionar su propia película 42 años después, poco tiempo antes de morir, desde su mirada y poética en esa etapa de su vida; por los bellísimos climas y emociones que transmite, la plástica de su imagen y la música.