Matías Carnevale

Investigador, Periodista
Matías Carnevale (Tandil, 1980) es licenciado en lengua inglesa, con orientación en cine y literatura, por la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Además de publicar artículos en medios como Leedor.com, Axxon, Lindes (Argentina) y Penumbria (México), ha traducido al español Autogeddon, de Heathcote Williams, publicado por Editorial El Pasquín (2016).

Pizza, birra, faso: no recuerdo cuándo la vi por primera vez, o qué sensación me causó. De hecho, no pude convencer a mi esposa para que le guste, pero la recuerdo con aprecio, especialmente por el cariño que se tienen los amigos. Es una especie de canto tumbero a la amistad real y a la aventura (obelisco y Ugi’s, gran combinación), que es lo que perdura cuando no hay plata.

Últimos días de la víctima: ¿Cómo no amar a Ulises Dumont como el Gato, o a Mónica Galán como Vienna? El trío que arman con Mendizábal es de lo más interesante de la película. Maly está muy bien como ese asesino implacable, también.

Tiempo de revancha: tanto se ha insistido con la metáfora de la lengua y la dictadura que al final cuando Aristarain comenta que sacó esa idea de la mafia italiana me terminó de convencer de su importancia para el cine nacional. Hizo de todo y para todos, y creo que es una película que me va a seguir gustando dentro de veinte años.

Plata dulce: “¡Arteche, y la reputa madre que te parió!” es el resumen (¡fútil y tardía protesta!) y resultado de la ambición onanista argenta que está ahí, sigue acá en la bolsa, la timba financiera, el loto económico…

El otro hermano: Tenía cierto prejuicio hacia este film, pero lo terminé disfrutando, y lo llegué a recomendar. No leí la novela de Busqued, y tampoco me motivó la película a buscarla. Entendí la brutalidad de la historia tal cual se cuenta en el film, no necesité seguir hurgando en la fuente.

Felicidades: qué alegría me trae este film, con algunas reminiscencias del After Hours scorsesiano, ¿no? Están todos magistralmente queribles ahí, Casero, Cacho Castaña, Belloso, Machín, Cedrón… y la música, tan hermosa esa letra de “Soy un angelito chiquitito…” no puedo evitar conmoverme cuando la escucho.

La era del ñandú: me he dedicado a la ciencia ficción en los últimos diez años, y esto es lo más parecido al género que me viene a la mente. Podría haber elegido Invasión, Hombre mirando al sudeste (que también me gusta mucho), Moebius o Dormir al Sol, pero me quedo con esta por su clima de época (casi pongo épica) alfonsinista, tan cara y tan memorable para mí, al haber nacido en 1980.

La película del rey: otra de Sorín. Patagonia, desengaño y simulacro en una sola película, ¿qué más le puedo pedir?

Las mujeres son cosa de guapos: el personaje de Porcel riéndose de sí mismo por gordo, los guapos riéndose de lo que es ser guapo, el fraude electoral flagrante… todo todo me causa mucha gracia y agradezco que exista una película así.

Balnearios: iba a poner de Llinás Historias extraordinarias, pero mejor decanto por un documental que está narrado muy cómicamente.

Me olvidé de Whisky Romeo Zulu, pero bueno, a Piñeyro lo quiero mucho igual. Hace del mismo personaje una y otra vez, y es suficiente.