María Constanza Curatitoli

Docente, Investigadora, Productora
Córdoba, 1985. Lic. en Cine y Tv. Doctoranda en Artes (UNC/CONICET), investiga cine y animación. Docente universitaria; Productora del Festival ANIMA; asesora y diseñadora de sonido en proyectos audiovisuales. No sabe quedarse quieta y a menudo habita las fronteras del teatro, música y artes visuales.

Esta selección de films, que se asume desde su subjetividad como incompleta, espera encontrar en el diálogo con otras listas y otrxs colegas el aporte a una cartografía de nuestra historia cinematográfica.
Decidida a dejarme llevar por el punctum inicial, ese pinchazo afectivo que vino a mi memoria en cuanto recibí la invitación, dejo aquí plasmadas -y en orden cronológico- diez películas que, desde su diversidad de estilos, métricas y lenguajes me han conmovido e impulsado a abrir las puertas de este amor por el cine que hoy me define. Encuentro en este listado el puntapié inicial a profundas transformaciones e hitos estéticos, formales y discursivos. Rescato también la potencia del cortometraje como espacio multiforme de grandes desafíos artísticos y narrativos; la mirada sensible, punzante y transformadora de documentales que llevaron consigo el impulso visceral de salir con un cuerpo-cámara a la calle, estableciendo diálogos con otras cinematografías de la región o encontrando un modo reparador de resignificar y reconstruir historias e identidades en la postdictadura. Celebro la extraordinaria capacidad narrativa de ficciones que supieron constituirse en marca de época y a la vez despuntaron exquisitas formas y recursos audiovisuales.
Por último, aporto a esta construcción la mirada necesaria sobre filmes animados, acaso aquel gigante invisibilizado en las historias del cine, rescatando el poder creativo de un lenguaje que explora hasta límites impensados la capacidad de construir los movimientos de otro mundo posible. Pido perdón a muchas películas (sin dudas, de las imprescindibles) que quedaron afuera. Queda en mí el anhelo de encontrarlas en la gran lista, junto a un deseo mayor: que finalmente llegue el día en que todas ellas puedan estar preservadas en este sueño casi utópico de una Cinemateca Nacional. Una Cinemateca que albergue no sólo nuestras rememoranzas sino, principalmente, el completo acervo y las verdaderas imágenes que dan cuerpo a la historia de nuestro cine. Gracias La vida útil, Taipei y La tierra quema (Raymundo Gleyzer, 1964) por embarcarse en esta aventura. Gracias por permitirnos participar.