Manuel Cantón
Películas elegidas:
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14
71 votos
Las aguas bajan turbias
Hugo del Carril, 1952
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31
34 votos
Si muero antes de despertar
Carlos Hugo Christensen, 1952
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59
4 votos
Fuego
Armando Bó, 1969
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3
124 votos
Tiempo de revancha
Adolfo Aristarain, 1981
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20
61 votos
Gatica, el mono
Leonardo Favio, 1993
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8
88 votos
Pizza, birra, faso
Bruno Stagnaro, Israel Adrián Caetano, 1998
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10
80 votos
Nueve reinas
Fabián Bielinsky, 2000
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1
224 votos
La Ciénaga
Lucrecia Martel, 2001
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15
69 votos
Historias extraordinarias
Mariano Llinás, 2008
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34
30 votos
El silencio es un cuerpo que cae
Agustina Comedi, 2017
Cuando el equipo de Taipei me invitó a participar en esta encuesta, que busca encontrar a las mejores cien películas del cine argentino, me pidió que eligiera mis diez películas favoritas. Esa consigna me sorprendió: las películas favoritas no son las mejores. Como todo el mundo sabe, el favoritismo no depende de la calidad, sino de una especie de diálogo privado que por varias razones —experiencias, caracter, defectos, circunstancias— se da con algunas películas y no con otras. En algún punto, creo que las películas favoritas no se eligen: se aceptan.
No sé si la diferencia entre los términos fue intencional. Quizás la idea es llegar a lo mejor de la misma forma en que las hinchadas de fútbol llegan a la nota: promediando entre nuestros errores. Los grandes números se compensan, y quinientos es sin duda un gran número. De cualquier manera preferí no preguntar, porque me gusta aprovechar las oportunidades que tengo —demasiadas— para ser arbitrario y terminante.
Por eso en mi lista se confunden dos tipos de películas. Por un lado, están las que, como Nueve reinas (2000) o Pizza, birra, faso (1998), vuelvo a ver cada cuatro o cinco años. Siempre me gustan y siempre me gustan de una manera distinta. Por el otro, están las que, como Las aguas bajan turbias (1952), vi una sola vez y probablemente nunca repita; son películas que se convirtieron para mí en un sabor especial, un punto de referencia en la manera en que entiendo otras cosas, y prefiero no arruinarlo con una segunda impresión.
Todas estas películas tienen algo en común: me las acuerdo seguido. Ese recuerdo es —como la mayoría de los recuerdos— involuntario, lo que también significa que la lista es circunstancial. Otro día sería distinta, aunque quizás no tanto; me gusta creer que hay ciertas cosas que permanecen.
El último detalle es que vi una cantidad anormal de estas películas en el cine. Creo que eso tiene que ver con que el cine es más inmersivo, más comunal y más continuado, y que por eso queda mejor en la memoria. Ese debería ser un buen argumento para salir más de casa (y para exhibir más películas argentinas).
El orden es cronológico.