Haciendo esta lista veo que, del mismo modo que acerca de la propia lengua, se podría decir que el cine argentino no es algo de lo que puedo hablar (o, más precisamente, de lo que podría hablar si supiera más), sino que, más bien, es fundamentalmente algo que habla a través mío. Así, esta lista está compuesta por cosas que me gustaría decir, como Invasión, Zama o La cabalgata del circo. Pero también por cosas que dicen por mí: Juan Moreira, Silvia Prieto, Los paranoicos, Vidalita. Y, al mismo tiempo, por cosas incluso anteriores, que sientan las bases para que un lugar de enunciación exista. Eso me pasa con ¡Qué vivan los crotos!, que es una película sobre la que no podría decir prácticamente nada, sólo que es la condición de posibilidad de cuestiones que importan. Como si al verla supiera que estoy ante la presencia de algo del orden de lo constituyente.
No sé si son las mejores, pero estas son las diez películas del cine argentino que hoy sé que tienen un lugar para siempre en mi corazón.