Aclaración: hubo un voto para Zama, que no se contabiliza por ser la onceava película de la lista. Dejamos constancia simbólica aquí.

Escogí diez películas de las que soy contemporáneo porque, en la mayoría de los casos, puedo recordar no solo el impacto que causaron en mí, sino también en su propio tiempo.

Las de Favio, Solanas y Gettino son, desde la ficción y el documental, dos grandes revoluciones dentro del cine social en la Argentina. Ambas dan cuenta en la pantalla de una sensibilidad y un compromiso que estos tres cineastas siempre exhibieron fuera de ella.

A la de Olivera la vi en mi adolescencia y expresa de manera soberbia el clima de época de los años 70, utilizando a la historia como motor para hablar de las luchas de aquel presente convulsionado. Una verdadera metáfora de la Argentina que sigue dolorosamente vigente.

Aristarain jamás podría quedar afuera de una lista de este tipo. El verdadero problema es decidir cuál de los títulos que componen su trilogía inicial es la indicada para representarlo. El carácter hitchcockiano y la precisión narrativa de Últimos días… justifican de sobra la elección.

Sí, Favio de vuelta. No solo porque Gatica es la gran épica del cine argentino, inigualada e inigualable, sino por el virtuosismo intacto con que el director regresó al cine a casi 20 años de su película anterior. O por el amor furioso con el que abraza a su personaje. O solo porque sí.

Como en los relatos bíblicos, donde un profeta nuevo viene a ocupar el lugar del anterior, me gusta que en esta lista Martel aparezca justo después de Favio. Quien quiera saber qué cosa es el cine argentino no tiene que hacer mucho más que ver sus películas.

Tuvieron que pasar 20 años desde el final de la dictadura para que una película pudiera expresar de manera tan clara, vehemente y conmovedora lo que aquel horror provocó al atravesar como una lanza el corazón de la sociedad argentina. Carri lo hizo.

Podría haber elegido Nueve Reinas, que nos hizo volver a creer que acá podían hacerse películas como las de afuera. Pero en El aura Bielinski mostró que era capaz de ir más allá de los moldes y entregar una verdadera pesadilla. ¿Cuántas películas suyas más habría en esta lista si no hubiera muerto un año después?

Aunque es más que un director de cine, la mejor versión de Llinás es la que muestran en la pantalla sus películas. Desmesuradas, provocadoras, inteligentes, todas son como él. Con una ventaja: no tienen que andar cargando con ese ego, que no parece ser cómodo de llevar.

Ana Katz es otra de las grandes directoras que en los últimos 25 años llenaron al cine nacional de todos los nombres femeninos que hasta ahí escaseaban. Para un espectador hombre Mi amiga del parque representa lo más parecido a poder ver el mundo con los ojos de una mujer.

Y sí, Martel de nuevo. Y la extraordinaria Zama, prueba física de que nada es infilmable, de que el mundo llega mucho más allá de los límites que imaginamos el común de los mortales y de que es muy probable que ella sea la mayor cineasta en la historia del cine argentino.