Hacer una lista con las mejores películas del cine argentino es una entelequia difícil de sortear, la diversidad de la producción, la heterogeneidad de estilos y el contexto según la época vuelve complicado cualquier visión de conjunto de la producción nacional. Existen clasificaciones que señalan derroteros sobre las formas de tratar y representar al país que exceden las categorías habituales con ejes temáticos o estéticos. El cine siempre ha relevado lecturas significativas de un contexto en permanente crisis que a su vez remiten a un estado de situación del mismo cine. Fue desde el siglo XX que se establecieron problemáticas en común como por ejemplo el colonialismo, la dependencia económica, las dictaduras, las civilizaciones originales, los conflictos étnicos, los movimientos revolucionarios, entre otras, en torno al cine continental. Las clasificaciones de cine militante, político, indigenista, tercer cine y el eterno retorno a la etiqueta del “nuevo cine”, nacional o latinoamericano parecen no responder a la riqueza de una producción que excede tales categorías. Así es como se reconsideran temas y tratamientos que tratan la historia, la contemporaneidad, la memoria, la geografía, las etnias que incluyen cuestiones formales a partir de marcas estéticas, narrativas y de puesta en escena. Esta lista se focaliza en el cine de largometraje, ficción y documental, que se amplía a otras categorías de la producción audiovisual. Este listado incluye al cine experimental pues forma de un conjunto audiovisual que incluye, interpela y se relaciona críticamente con el cine argentino. Asi mismo hay películas que fueron concebidas para los espacios de arte particularmente las expuestas bajo la práctica de la instalación y que remiten a un efecto cine, son los casos de Carri, Denegri y Pécora. De hecho, son varios los realizadores que vienen incursionando en estas prácticas, algunos en vínculo con la realización de sus propios largometrajes. Esta confluencia podría ser anecdótica si no fuese que varios autores han producido obras relevantes en el campo del arte contemporáneo afirmando la práctica híbrida de un cine expandido. Y por cierto que la misma categoría de “cine” ha venido variando bajo el imperio digital. Nos encontramos frente a una simulación numérica operada a través programas de marca determinantes en toda la cadena de la producción y la circulación audiovisual. Esta homogeneización a través del streaming, es la variable más destacada que se viene imponiendo en el consumo individual en las reducidas pantallas de los computadores, plasmas, tabletas y teléfonos celulares, entre otros; pero este ya es otro tema.