Gustavo Provitina

Cineasta, Docente
Licenciado en Realización en Cine, Video y TV por la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Docente universitario en la UNA (Audiovisuales) y en la Facultad de Artes. Ha impartido seminarios de cine en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires y el Colegio de Psicólogos-Distrito XI de La Plata. Es autor del libro La palabra prendida (Conversaciones con Horacio Ferrer), de las obras teatrales Shakespeare, la sombra en el laberinto; Marina, una visita inesperada; y Chéjov, el invierno del juglar; de la novela La parábola del condenado y del libro de cuentos Del otro mundo. El Fondo Nacional de las Artes le otorgó, en 2013, el primer premio en la categoría ensayo por el libro El Cine-Ensayo. Colaboró con breves artículos sobre cine en las revistas Guregandik, Contratiempo, El extranjero y La cueva de Chauvet. Publicó en 2019 el libro El matiz de la mirada (Curso de Cine Italiano) con una recopilación de ensayos sobre obras de grandes maestros del cine. En el año 2014 inició el rodaje de la película de ficción La sombra en la ventana, sobre la trata de personas, estrenada en el Cine Gaumont en el marco del Festival de Cine Inusual de Buenos Aires y proyectada en la Muestra Internacional de Cine de Jalisco (México) y proyectada en el FESAALP 2018.

El criterio de selección fue de mayor a menor.

1. Sur (1988) es un mural de las vicisitudes dramáticas de un país detenido en el gesto cíclico de la frustración política, social, económica y cultural. La esperanza –como decía Blanchot- cobra fuerza cuando ya no es posible esperar nada. Esa es la tibia esperanza del final con el filo de la derrota apuntando al cuello de la utopía revolucionaria. La belleza plástica de Sur, la coherencia artística e ideológica, la profundidad de la mirada, la raíz nacional y popular y el complejo cruce de ideas y de planteos humanos lo ubican en el podio, según mi modesto criterio.

2. La mano en la trampa (1962) de Leopoldo Torre Nilsson. El cine argentino renovó su lenguaje, afinó el criterio y la hondura psicológica de los personajes, levantó vuelo en términos poéticos-realizativos a partir de la impronta virtuosa de Torre Nilsson que modificó sustancialmente el tratamiento técnico-visual cinematográfico. Esta película, como antes La casa del ángel, La caída y Fin de fiesta producen un raro efecto hipnótico para quienes añoramos una cadencia de montaje y de puesta en escena ya olvidada.

3. El dependiente (1967) El lenguaje cinematográfico de Leonardo Favio encontró su medida justa, el equilibrio técnico y expresivo en su nivel más alto en este filme que cuenta, como el mejor cine argentino según mi opinión, la historia de una trágica frustración. Este es un país de un solo tema que puede abordarse de mil maneras diferentes: la frustración. La dinámica estética puesta en juego por Favio, su mirada incisiva para modelar el tempo interno del relato, la construcción formal de los espacios, el tono, la angulación, el ritmo de las tensiones, los silencios, la gestualidad… todo está en su punto justo. Insuperable.

4. La hora de los hornos (1968) Es el gran ensayo cinematográfico que inaugura una nueva forma en el cine nacional nunca superado en la variedad de recursos expresivos, en la profundidad de su planteo político y en la diversidad de lenguajes armonizados en torno a un núcleo fuerte: liberación o dependencia. La actualidad del film se confirma día a día.

5. Invasión (1969) Hugo Santiago propone un film con múltiples capas, resonancias, influencias y vibraciones expresivas sostenido por una consistencia formal insoslayable.

6. La película del rey (1985) Un film sobre cómo se filma una película en condiciones riesgosas, basada en una historia absurda. El lenguaje de Sorín articula con belleza plástica y coherencia artística una obra con climas y trazos fellinescos.

7. Camila (1984) Este melodrama histórico consolida un ángulo de mirada femenino necesario en una cinematografía donde la figura de la realizadora audiovisual estaba vedada, a excepción de Bemberg, Clara Zapettini y no muchas más. Camila consolidó el estilo, el sello cinematográfico de María Luisa Bemberg.

8. La historia oficial (1986) El valor de esta película no es solamente histórico, puesto que contó la apropiación de menores durante la Dictadura Cívico Militar Eclesiástica sin recurrir la nefasta teoría de los dos demonios. El guion de Aída Bortnik tiene momentos de profundo dramatismo que bordean algunos climas del melodrama pero sin dejarse absorber por sus debilidades.

9. Crónica de un niño solo (1965) El lenguaje de Favio con claros trazos bressonianos y con algo de Pasolini, también, sale a la luz con una madurez y una sólida búsqueda formal cuyo vuelo expresivo y a la vez testimonial no desdeñan el preciosismo plástico, visual, siempre funcionales a su poderosa impronta narrativa.

10. Pajarito Gómez (1965) Rodolfo Kuhn narra la construcción de un ídolo de barro, una marioneta formateada por las industrias culturales puestas al servicio del entretenimiento, la frivolidad, la estupidez, la distracción y el relato del triunfo predestinado que culmina en tragedia. El guion de Paco Urondo desmenuza el entramado de ese mundo.