Germán Scelso

Cineasta, Guionista
Nació en Argentina, en 1976. Sus trabajos se han exhibido en muestras y festivales, desde el Anthology Film Archives (EEUU) hasta el Festival de Mar del Plata. También escribe ensayos sobre cine en la revista Kilómetro 111. La figura de su padre desaparecido atraviesa algunas de sus películas, mientras que en otras retrata a personas al borde de la sociedad, reflexionando sobre la posición ética del cine y sus representaciones.

El dependiente – Leonardo Favio
Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca, El dependiente, Juan Moreira, Nazareno Cruz, Soñar soñar, Gatica, etc. De Favio me cuesta elegir una película en particular. En épocas donde las obras más vistas son escritas y realizadas por equipos de guionistas, brainstormings y laboratorios de producción, me sigue marcando su perfil apasionado, intuitivo, político y autoral; cine de autor cruzado con cultura popular.

Un día bravo – Iván Marino
Esta película es para mí un eslabón perdido del documental argentino. Una de las razones es que la obra de Marino, aunque siempre manteniendo espíritu cinematográfico en sus estudios y obras sobre Dreyer o Eisenstein, terminó asentándose más en los nuevos soportes y nuevas tecnologías. Un día bravo está filmada con cámara en mano, habla de la locura, pero sobre todo de lo que el miedo a la locura nos puede hacer hacer contra quienes consideramos anormales. La forma en la que está filmada y los límites éticos que tensiona me marcaron de la misma manera que Una temporada en el infierno de Rimbaud.

Juan, como si nada hubiera sucedido – Carlos Echeverría
Su arribo a la historia del cine argentino llega desde Alemania y es una implosión que rompe la manera sobreactuada que se tenía entonces para representar la dictadura. Mezcla un personaje de ficción a modo de periodista-detective, con entrevistas a genocidas y torturadores en atmosferas híper realistas generadas por su realismo extremo: cámaras ocultas y emboscadas a sus entrevistados. Me marcó formalmente, y como hijo de desaparecido, porque tenemos una cruza intrínseca entre ficción y realidad potenciada por querer a alguien que no recordamos, o por recordar a alguien real a través de ficciones.

Rey muerto – Lucrecia Martel
En Historias breves (1995) Martel listaba con este cortometraje. Me sorprendió ver cierta forma faviesca re potenciada, con una fotografía de rojo infernal y una historia que mostraba la idiotez y la bestialidad masculina sin la paciencia con la que seguiría filmando a los personajes de sus películas posteriores. A lo mejor la escena a orillas del mar de Zama tiene algo de esa bestialidad estética. Rey muerto sobresalía del resto como un cuerpo vivo y sangrante, y los jóvenes se revolucionan con este tipo de apariciones.

Tiempo de revancha – Adolfo Aristarain
De niño era fan del cine de terror y ciencia ficción, así que fueron mi primera escuela cinematográfica. Y en el cine argentino, Aristarain es el narrador clásico con el que aprendí de narrativa más allá de los contenidos; esta película es la que más se acerca a esa claridad semiótica.

Camila – María Luisa Bemberg
Fue la primera película argentina de época que vi, y me grabó intuitivamente su drama clásico. La épica del amor contra la estupidez conservadora, las decapitaciones públicas, el plano cenital final con el diálogo post mortem de los enamorados… Sus representaciones históricas me quedaron como recuerdos documentales.

Los traidores – Raymundo Gleyzer
Al igual que Swift (1971), Los traidores es una película que tensiona con violencia la distancia entre la acción directa y la ficción de la representación. Son películas argentinas y a la vez comunicados guerrilleros sobre operativos reales.

Homenaje a la obra de Philip Henry Gosse – Pablo Martín Weber
Vi este cortometraje una sola vez y me quedó en el cerebro hasta el día de hoy como un cuento perfecto. Explayarme en los porqués sería faltar el respeto a su síntesis.

El rati horror show – Enrique Piñeyro
Me marcó por ser una obra que tiene la misma línea formal que Los traidores y Swift de Gleyzer, y que incluso va más allá: es una creación cinematográfica que luego de su estreno logra incidir de manera directa en la realidad, modificando las resoluciones de un juicio, valga el juego de palabras, injusto.

Vil romance – José Celestino Campusano
Campusano es quizás el inventor de un estilo bonaerense para filmar: cámara y montaje despojado de malabarismos formales, sin revoques, postindustrial. Y no-actores que no se esfuerzan por actuar bien pero que su precariedad de representación se vuelve más verosímil que cualquier buena actuación.