Tarea difícil la de pergeñar listas. ¿Necesaria? Tal vez sí, tal vez no. ¿Útil? Sin duda, al menos para tomar el pulso de las preferencias de un período particular, las canonizaciones, las caídas en desgracia, las mutaciones de la apreciación crítica y cinéfila. Pensar una lista de las mejores películas argentinas de la historia implica poner y sacar, reflexionar y arrepentirse, caer en la cuenta de las injusticias y las sobrevaloraciones. Y, en no menor medida para quien “vota”, intentar un precario equilibrio entre el deseo de la rebeldía ante los títulos consagrados y la evidencia del talento que sobrevive al paso de las décadas. En esta lista de diez títulos hay films que abrieron caminos inexplorados hasta el momento de su estreno, investigaciones minuciosas que no olvidan que el medio cinematográfico es también, ante todo, forma, conjunciones inolvidables de relatos populares con las más idiosincráticas creaciones personales, poemas fílmicos, universos únicos y humores tan peculiares como las criaturas que lo conjuran.