En primer lugar, muchas gracias por la invitación.
Este comentario no es necesariamente para ser publicado. Como sea, no quería dejar de decirles que, después de muchas vueltas y de algunas conversaciones, decidí que mi respuesta iba a tomar al pie de la letra la consigna de la invitación: les mando la lista de mis diez películas argentinas favoritas. Una sola restricción me autoimpuse y no fue, de todos modos, previa; apareció un poco orgánicamente mientras pensaba: que estuvieran presentes distintos períodos de la historia de nuestro cine que, entre sí, me parecen a veces inconmensurables.
Llegué a convencerme de que lo mejor al hacer esta lista es dejar de lado cualquier pretensión de asumir deliberadamente la representación de alguna otra cosa mayor que las propias inclinaciones o afecciones –como haríamos si nos propusiéramos interpretar el consenso (es decir, adelantarnos a él, anticiparlo); o la importancia histórica o cultural de una película; o su necesidad…–. Y confiar un poco más en que, de hecho, somos parte de aquello mayor. En que la verdad de la respuesta y de la puesta en común de todas las respuestas vendrá de la observación minuciosa, cuidadosa, pero también, y quizá sobre todo, sincera de nuestro amor por las películas. No, en cambio, de la autoimposición de un deber dictado por alguna clase de compromiso demasiado preconcebido. No reivindico, sin embargo, ninguna liviandad, entendida como apuro o como cierto desentendimiento de la pregunta, ni de su importancia. El amor no es ligero.
Comprendo que a veces no es sencillo distinguir los dos talantes. Pero sobre todo lo que quiero decir es que estos dos modos (uno que se apoya en la sola fdelidad a una consciencia o a un impulso propios y otro que quiere o necesita conectarse con el mundo, dar cuenta de él) no se oponen de manera que uno aniquile al otro, o siquiera lo excluya. Y que, entonces, mi advertencia previa no dice lo mismo que ese texto de José en el que seguro están pensando. Unas líneas aparte para lo que todos sabemos: que la lista también es el resultado involuntario del deplorable estado de preservación del patrimonio y de acceso a nuestras películas. Si algo espero de esta encuesta no es un veredicto acerca de cuáles son las mejores, sino que remueva algunas consciencias y que abra un campo de fuerzas más amplio en el podamos pelear en mejores condiciones para que la Cinemateca Nacional deje de ser un papel o un sello y se convierta en un hecho, en una institución activa con una política consistente y duradera de conservación, preservación y difusión del patrimonio cinematográfco argentino.
Estas son mis diez películas argentinas favoritas (casi todas, películas exageradas, a veces hasta desequilibradas; que confían mucho a sus propias reglas y a los mundos que ellas mismas crean y que podría parecer por eso que se desentendieran de medirse con el mundo).